Tengo cincuenta años, soy historiador y han convertido mi vida en un suplicio porque hace tiempo dije cosas sobre el poder pasado y presente de la Iglesia.
Se me ha destrozado la carrera profesional, se me difama en la red ( la policía), acosa ( por ejemplo, desde los bares bajo mi ventana), pegado palizas, matado a la madre y juzgado y condenado por delitos inventados a extrañarme de mi hogar.
Recibe mi adhesión y mi cariño más fraternal.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Pedro