sábado, 28 de noviembre de 2015

De Poblados, historiadores y fantasmas.

Los Poblados Marítimos de Valencia han cambiado como todo en los últimos años y en el mismo sentido.
   En primer lugar hay un cambio físico, urbanístico y arquitectónico. Pistas de automovilismo abandonadas y malolientes, jardines aun peor, antiguas calles remodeladas, zonas de nueva construcción, almacenes y fábricas remodelados, edificios emblemáticos reconvertidos o simplemente derribados, ...
   Quedan algunas tiendas ( algo muy identificativo) de las que yo conocí, lógicamente redecoradas, pero lo importante es que han perdido el alma. Sólo los jardines de Juan José Domine, pese a los cambios conservan su esencia, no sé porqué. Simplemente se han hecho mayores y ahora su ser es amargo, pero siguen siendo ellos, como si rechazaran a las gentes y sólo me pertenecieran a mí.
      Inmediatamente después, y explicando los anteriores, vienen los cambios sociales, empezando por la política económica general a la que ha servido la re urbanización y que aquí no trataré.

   Como en tantas partes a todo el mundo se le ha hecho un hueco aseadito, una especie de sucedaneo del funcionariado y del bancariado otrora tan ansiados  y que ahora en parte han desaparecido del imaginario popular. Digamos que mientras no se hagan políticas económicas disparatadas ( lo cual también perjudicaría a los grandes, toda una garantía) y no advengan crisis como la actual que por supuesto nunca nos anunciarán, la gente hace números y ve que más o menos se aguantará. Porque el tiempo de las revoluciones pasó hace mucho en Europa.
    Junto a ello hay que mencionar un entreveramiento de pijos en un barrio que siempre los tuvo en escasa medida.
   Así como esa omnipresencia de colegios religiosos.La sociedad se ha desideologizado debido a su forma de vida que a su vez se enraiza en la estructura económica y por tanto la religión también se ha vuelto insulsa. Pero en otro nivel explicativo la cultura de la posmodernidad responde a intereses muy conservadores que pretenden abarcarlo todo.

   Pero lo más grave es que los mayores han olvidado los gloriosos tiempos, cuando salía el Sol, han vendido su alma, se han adocenado como todos y se han traicionado a si mismos. Aquí como en todas partes.

También el mundo de los historiadores lo he tocado en persona por ser mi profesión. Ya se sabe la fama ancestral de todos los que han de vivir del presupuesto, fama algo disleida últimamente. Y sobre todo relegada ante la venalidad de los políticos.
   Para mí la de los historiadores ( y similares) es más grave pues no roban, sólo obtienen y conservan el cargo corruptamente, desde ahí crean una visión del mundo de la que imbuyen a la sociedad y encima luego se justifican.
   He conocido gente muy marxista ( e intolerante:te insultaban si planteabas dudas) que han evolucionado en un sentido intelectualmente muy sospechoso ( todo científico debe evolucionar pero honradamente) y a quienes los compañeros, que en su devenir personal han evolucionado en un sentido simétrico, acogían en sus menosprecios, con el agravante de que eran " chicos con criterio".
   Para quienes me conozcan personalmente añadir que mis críticas al marxismo no tienen nada que ver con las de sus verdaderos contrincantes y que ya sé que las cabronadas que se me han hecho en la vida no responden a banderitas, verdaderas o falsas, sino a elementos difamatorios espurios específicos.

He hablado del barrio en el que fui feliz y al que he vuelto después de muchos años ( mi magdalena proustiana) y de lo que es mi vida,  la Historia. Lo que unifica y da un común sentido a ambos temas es su vinculación con mi nostalgia, mi vivir el pasado ( lo que no tiene en absoluto nada que ver con mi gusto por la Historia, por si idiotas, hijos de puta, difamantes y todo junto ponen eso a rodar), mis fantasmas. Aparte de nuestra tensión de futuro somos nuestro pasado.
   Mi vida cambió cuando nos fuimos del barrio a finales del verano de 1.973. Desde entonces la excelente síntesis histórica encerrada en la frase "Contra Franco vivíamos mejor" ( curioso, no he tratado a nadie que sepa su autor, Vázquez Montalban) ha cobrado para mi un sentido especial.
Lo demás lo callo.

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